"Viaje a la Tierra sin Mal II"

Finalmente los tiempos con la Barca Iporâ no coincidieron con los nuestros. Por eso hoy les comento un radical cambio en el "Viaje a la Tierra sin Mal II" La Barca Iporâ, dejará su lugar al velero "Guarani". Cambiaremos la enorme comodidad del Iporâ, por la practicidad y menor demanda de tiempo del "Guaraní"
Dedico este Proyecto a todos los amigos que la náutica me dió...
A los que están cerca y...
a los que me esperan el lejano puerto...

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Que la salud nos acompañe a todos...
Graciela - Aime - Ernesto


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Un dia algo escatológico

De Diamante a Club Nautico Paraná.

(Relato, levemente escatológico)

Tan sereno fue el amanecer, que nos quedamos dormidos. Lo primero que hicimos fue zarpar, luego dejamos para luego esos pequeños detalles como lavarnos la cara.

Fernando con la cara sin lavar.

Fue así como a las 0815, el Iporâ se desenmarañó y zafó de las atadura que lo tenían sujeto a las ramas del sauce de turno.


Puerto de Diamante a popa.

El Riacho las Arañas fue una muestra de lo que nos iba a costar río arriba el juego de la búsqueda del canal estimulantemente profundo.

Igualmente este tramo del riacho Las Arañas hasta volver al Paraná no fue nada , solo nos exigía mirar mejor y buscar a puro barco y eco, la canaleta que nos haga sentir seguros. Finalmente el ancho río se abrió en nuestra proa y sin dificultad ninguna bordeamos la Punta Alvear, una incómoda bruma afeaba un poco lo magnífico del lugar.


Punta Alvear.

Costeamos la zona y cuando nos alejamos de la Punta Alvear teníamos dos opciones, seguir el canal y recorrer los 32 Km que faltaban para llegar a Paraná y que sin dudas nos llevaría parte del día de mañana pues esos 32 Km por el canal, nos hubieran requerido algo de seis horas que no disponíamos, y hubiéramos estado obligados de dormir una vez mas en el río.

La tentación era grande pues la opción dos era tomar por el río Paracaco, que no solo nos dejaba viajar algo mas rápido por su menor correntada , sino que nos hacía ahorrar varios kilómetros, tantos que podíamos preveer llevar a Paraná hoy mismo, hoy ya medido el tramo nos haría ahorrar casi diez kilómetros, y con eso la luz solar era suficiente como hacernos llegar al Club Náutico Paraná.

Los primeros 6 , 7 ú 8 Km fueron simples, pero al virar la primera punta confié demasiado en la Croquis de los Rios carta N°24 , allí se ve que todo el primer codo a babor es de profundidad sin restricciones, lo que no percibí fue que a un kilómetro de ese codo, sale un riacho, sin permiso, (los Perdidos) y donde desemboca cualquier río siempre hay un banco, para colmo la corriente estaba quieta , yo lo tomé como un regalo del cielo, filábamos 10Km/h, con 18 patas debajo de la quilla, de repente de 18” se fue a CERO, el barco quedo como en “coronita arriba de un puntiagudo banco de arena, con el timón todo a una banda y el motor a ¾, conseguimos dar vuelta 180°, el barco, de manera tal que la popa pivoteba en el banco y la proa con 8” de agua, sondamos con un caño de la toldilla y resultaba cómico verificar que en popa había medio metro de agua y en proa , mas de dos pues no tocábamos fondo, todo un guión para un dibujito animado.

Decidimos cambiar bidones de lugar, pusimos todo a proa incluso a un voluntarioso cuñado que tengo disponible a bordo, el “japonés “ a 2500RPM, timón pá acá, timón pá allá, y fue haciéndose una cuna, hasta yo dejando el ”tormo” en dos y media lucas de vueltas, me arrimé lo mas que pude a proa por el interior del barco, hasta casi acostarme en proa, cosa que no hubiera estado mal, pero tenía algo para resolver primero.

El barco ante tanta quilombo, se apiadó de nosotros y cual yacaré soleándose al borde del agua se desplazó hacia las profundidades…literalmente se zambulló , ¡por fin flotábamos y navegábamos a discreción!.

A discreción es una forma de decir pues discretamente les cuento que no tenía la mas puta idea por donde el agua había calado su canal. Recorriendo de costa a costa, fuimos encontrando el lugar justo por donde los impensantes camalotes eligen para viajar hacia el Club de Veleros San Isidro, y por allí desandando los pasos de los verdes irracionales fuimos recorriendo el cauce de ese porfiaú río Paracao.

No vayan a creer que aquí se terminó todo, no, ni ahí.

Desde la simpática Isla Malú, (lindo nombre para la Polinesia) y los siquiente 14 kilómetros de ese P. río la cosa se transformó en un juego, una búsqueda del tesoro, este se materializaba en en un canal de al menos 4”, cuanto mas profundo mayor el tesoro y mas puntos acumulábamos, (Km), eso si, si te atrapaba cualquiera de los bancos que aparecían aleatoriamente por el río, perdías, o al menos, “retrocedías diez casillas”, como en el Juego de la Oca.

Finalmente ese río se convirtió en algo extraño, algo así como una mezcla de Tren Fantasma con tubo digestivo, en los dos casos el objetivo es no permanecer dentro del mismo mas tiempo del normal , y así fue como defecamos a eso de la 1600 hs en el Paraná, y vimos luz al salir del Tren fantasma, rara paradoja , justo se solucionó el inconveniente en el momento exacto que el Iporâ, dejaba por estribor el caño por donde desaguan en el río los líquidos cloacales de la ciudad de Paraná.

Todo quedó claro, la desembocadura del Paracao en el Paraná, fue algo así con una dilatación de esfínter, eso nos relajó y dejó sobre el Macho río, navegando plácidamente hacia el Club Náutico Paraná. No sin disfrutar de la ciudad y su hermoso Parque Urquiza.

Parque Urquiza. Paraná


Al amarrar el barco en el sitio destinado a las amarras de cortesía del CNP un alivio interior relajó mi cuerpo, naturalmente, sin laxante alguno.

Ahora solo esperamos que Malara haga lo suyo y empuje esta tormenta que tiene mojada a la ciudad de Buenos Aires, se venga para acá, riegue los campos en flor y nos deje para nosotros días claros y soleados.

¿Continuará?